Ya sabemos que hay perros que son capaces de obrar auténticos milagros solo con su amor y dedicación, pero aún así nos seguimos emocionando cuando nos topamos con historias como la de Tupper y Lego; una historia que habla de un vínculo tan especial entre un perro y un niño que ha conseguido cambiar la vida de ambos.
Perros socorristas, perros de rescate, perros policía, perros que acompañan en funerarias, en juzgados, perros de asistencia que detectan hipoglucemias o ataques epilépticos…la verdad que cada vez más canes hacen que nuestra vida sea mejor, no solo por su cariño, sino también por sus capacidades para hacernos todo más fácil.
Y eso es lo que ha logrado Lego en la vida de Tupper, hacerlo todo más sencillo hasta el punto de que cada vez la vida de este niño con autismo se aproxima más a la vida de un niño normal.
Porque la vida de Tupper no era nada sencilla. Diagnosticado de autismo con dos años, el pequeño apenas se comunicaba con otras personas, rehuía el contacto visual y su vocabulario era muy reducido, unas 10 palabras.
Pero lo peor eran las noches repletas de pesadillas que atormentaban al niño y hacían que la familia no pudiera conciliar el sueño más de 20 o 45 minutos seguidos; y luego estaba también el tema de las autolesiones…pero todo eso se terminó el día que llegó Lego, vayamos por partes.
Un día la madre de Tupper recibió la visita de una amiga que iba acompañada de su Jack Russell y todos se sorprendieron de la conexión que tuvo el niño con el perro, más incluso de la que había tenido anteriormente con personas.
Decidieron repetir la experiencia y al ver que el niño conectaba de manera muy especial con el can, se percataron de que un perro de asistencia podría ser de gran ayuda en la familia.
Y así empezó Lego a formar parte de la vida de Tupper. En tan solo seis semanas de la llegada del perro a casa, Tupper pasó de un vocabulario de 10 palabras a expresarse con unas 200, aunque solo fuera por el esfuerzo de decirle a su compañero: ‘Te quiero’, ‘Buen trabajo’ o ‘Eres un buen perro’.
Y no solo eso. La presencia y el contacto con Lego permitía al niño tranquilizarse, dormir plácidamente y hasta reír de felicidad, como puede comprobarse en los siguientes vídeos que resumen en unos minutos esta increíble experiencia.
Ahora Tupper ha podido empezar la guardería y, gracias a la presencia de Lego, puede convivir con otros niños y jugar con total naturalidad.
Vía: SrPerro
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